¿Sabéis de dónde provienen? Su origen está en Francia, se empezaron a utilizar en el s.XIX como alternativa a la piedra natural, sobre todo el mármol, porque la baldosa no requería de cocción, ya que se trataba de cemento prensado. Hoy en día causan furor y no hay restaurante ni hogar que se le resista. Pero ¡cuidado! no todo vale y al ser un elemento que da mucha personalidad a cualquier proyecto, hemos de ser muy rigurosos a la hora de elegir diseños y colores. La joya de las joyas son las baldosas recuperadas pero su stock nos limita a unos determinados metros cuadrados, si te encaja, perfecto, y si no, hay muchos fabricantes que, siguiendo el mismo modelo de fabricación tradicional, tienen una colección muy rica y variada siempre imitando a ese acabado antiguo. ¿Un consejo? huye de las composiciones tipo patchwork y de colorines muy intensos. Las composiciones geométricas más sencillas son las más resultonas.
Os recomiendo que echéis un vistazo a Demosaica, Pinar Miro (también tiene stock antiguo maravilloso), y Anticuable, especialista en material de derribo (¡la locura!).
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| Baldosa diseñada en el simulador de DEMOSAICA |
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| Baldosa diseñada en el simulador de DEMOSAICA |
FOTOGRAFÍA: PINTEREST
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